Pampha y su marido viven en el Barrio 18 de Katmandú, aunque él hace unos tres años que se marchó a Arabia Saudí y, una llamada telefónica y mucho tiempo después, nadie sabe dónde está. El trabajo y el dinero prometido nunca llegaron así que Pampha lucha por salir adelante como puede, luchando por ella y por su hijo, Bisal.
Ambos forman parte del proyecto de Tdhf de ayuda al barrio, ella, dentro del proyecto de alfabetización de mujeres, y él es uno más de los 26 niños que cada tarde acuden al Open Center, a hacer sus deberes y compartir ilusiones con las profesoras y el resto de los niños.
Cuando hablamos del Open Center se le ilumina la cara y nos cuenta lo que hace allí cada tarde: los deberes, pintan, dibujan, a veces ven una peli, y otras, meriendan o reciben algo de aceite, lentejas y demás para llevar a casa. Su mirada desprende orgullo cuando cuenta cómo hay días en los que la bolsa que le dan allí pesa tanto que le cuesta traerla a casa, pero siempre lo consigue.
No se pierde ni un día en el centro, al que acude después del colegio, y la lista de amigos que allí tiene es interminable, cuando empieza a enumerarlos, parece que no va a terminar nunca. Cuando le toca elegir una profesora, es distinto, no lo tiene tan claro, así que al final decidimos que todas le gustan por igual: mucho.
Hace unos seis meses que Bisal y Pampha entraron a formar parte de la gran familia de Tdhf, y a pesar de las desavenencias y la dureza de la vida de ambos, sus gestos y su actitud son de alegría y esperanza. Sobre el regazo de su orgullosa madre, Bisal nos cuenta que le gusta estudiar, y que de mayor quiere ser médico…
“¿Por qué médico Bisal?”
“No sé, para ayudar a la gente”.
“No sé, para ayudar a la gente”.
Una ilusión más del Barrio 18 de Katmandú.