Los libros sagrados del hinduismo dicen que la mujer desde el momento en que se produce el matrimonio, pasa a ser propiedad de su marido. Antiguamente, cuando el hombre moría, su esposa estaba condenada también a la muerte y era incinerada al mismo tiempo que su difunto esposo. Era una forma de castigar a la mujer, que inmediatamente era juzgada por familia y sociedad como mala esposa y causante de mala suerte. Con el tiempo, la tradición y las leyes dieron un paso adelante y este castigo de fuego y muerte, fue cambiado por otro tipo de condena, la muerte en vida.
En India y en Nepal, una viuda pierde en el momento de la defunción del hombre, cualquier tipo de estatus social que pudiera tener anteriormente. Y al desaparecer el “propietario” pasa a ser una pertenencia más de su familia política: de sus suegros, sus cuñados y demás. En muchas ocasiones, cuando hablamos de familias de baja condición social y económica, estas mujeres se convierten única y exclusivamente en un problema y una boca más que alimentar, (o dos, o más, dependiendo del número de hijos que tenga) y son abandonadas teniendo que empezar de cero para poder seguir adelante, y sacar a flote a sus hijos con ellas.
Es por esto que el equipo de Tdhf decidió que ellas, las viudas, merecían una atención especial, había que ayudarlas por encima de todo y conseguir devolverles la dignidad y la ilusión perdidas. Gracias a Namaskar, el proyecto de ayuda a las viudas del Barrio 18 sigue delante y desde Tdhf cada día somos testigos de cómo crecen las ilusiones de estas mujeres castigadas, de algún modo, por la vida y una tradición ancestral.
Hoy os presento a Sova Khatri, una mujer de 31 años con dos hijos, vecina del barrio desde hace 6, y a la que la condición de viuda le ha cambiado la vida por completo.
Sova tenía 18 años la primera vez que vino a Katmandú desde su pueblo, Sindupal, a vivir con su hermana mayor. Después de un año haciéndose cargo de ella, su hermana decidió buscar un marido para Sova, pues ya tenía 19 años y había llegado el momento de casarse. Fue así, como a través de una vecina del barrio, Raju Khatri apareció en su vida. Aquella vecina les aseguró a ella y a su hermana que Raju era un buen hombre, trabajador y honesto, así que Sova empezó su nueva vida cargada de ilusión y esperanza, con muchas ganas de tener su propia familia.
Tras la boda, la pareja se mudó al pueblo de él para vivir con su familia. Pero inmediatamente Sova empezó a darse cuenta de que aquel hombre que ya era su marido para siempre, no era tan bueno, ni tan honesto como le habían prometido. Raju era alcohólico, y nunca se ocupó de ella de la manera apropiada. Tras el nacimiento de su segundo hijo, Raju volvió a Katmandú en busca de un trabajo, pero su ayuda nunca llegó al pueblo, así que Sova cogió a sus dos pequeños y se trasladó también a la ciudad para ver si así podía dar a sus hijos una vida digna.
Raju jamás tuvo un trabajo ni se preocupó por su familia, así que Sova trabajaba como asistenta del hogar y cuidaba de sus hijos como podía. Y aquello que parecía una mala vida se convirtió en infierno cuando Raju empezó a maltratarla a ella y a sus hijos. Cuando la violencia se instaló en su hogar, Sova no pudo más y comenzó a pedir ayuda, y fue así como conoció Kumari House y la fundación. Esto fue hace cinco años y en aquel momento comenzó a recibir ayuda para sus hijos, ambos fueron esponsorizados y escolarizados, lo que le daba a Sova un pequeño respiro ya que la salud de su marido comenzó a resentirse, con muchos problemas de riñón y de hígado, derivados del alto consumo de alcohol, que convirtieron las idas y venidas al hospital en una rutina más de esta mujer luchadora y valiente.
Y hace dos años y medio, Raju murió. Y la vida de Sova sufrió un cambio radical. Como ella bien explica, la condición de viuda para ella tiene dos caras: por un lado, dentro de casa, se siente más tranquila, más fuerte, ya no hay palizas, ni vejaciones, y todo el dinero que gana trabajando lo puede invertir en ella y en sus hijos; pero por otro, el hecho de ser una mujer sola, de cara a la sociedad, le pone las cosas muy difíciles. De puertas para afuera, no tiene a nadie que la proteja, y esto hace que carezca del “respeto social”, que en una sociedad como esta es tan importante.
Aún así, Sova es fuerte y sigue adelante por ella y por sus hijos. Ahora mismo trabaja limpiando dos casas diferentes y sus hijos Prasant, de 10 años, y Sagar, de 8, la ayudan mucho. Ambos son buenos estudiantes, y cuando su madre está muy cansada, o ha de salir muy pronto de casa para trabajar, ellos mismos se preparan la comida y limpian la pequeña habitación en la que viven. Están muy orgullosos de su madre, que ahora acude a clases de inglés, con la esperanza de que hablar este idioma le abrirá las puertas para un trabajo mejor, o simplemente le ayudará a comprender mejor a los médicos cuando va al hospital y le recetan alguna medicina.
Gracias a la ayuda de la fundación, Sova recibe un saco de arroz mensual y doce puntos, que son 1200 rupias (unos 12€) para comprar comida. Ya tiene una cocina de gas, una olla a presión, una cama digna, y algunos complementos del hogar como manta, armario y demás, que le dan a su pequeña habitación un aire diferente. Esto y la certeza de saberse dueña de su vida, hacen que su mirada cambie cuando hablamos del futuro y le proponemos que nos enseñe algo de lo que va aprendiendo en las clases…
Con una gran sonrisa desde lo alto de la escalera nos dice: ”Todavía no se mucho, pero la próxima vez que vengáis, nada de nepalí, os contaré lo mismo, ¡pero en inglés!”
Trato hecho Sova, te deseo toda la suerte del mundo!
Eli dice: ¡Qué sonrisa más bonita tiene Sova! Y que ganas tengo yo de ver la tuya en directo. Un besote gordo, guapa.
ResponderEliminarqué orgullosa estoy de ti amiga! muchos besos!
ResponderEliminarCuánta ilusión, alegría y esperanza concentrada, mero bhaini... Sabes que te quiero, ¿verdad?
ResponderEliminar¿Cómo siguen las visitas a KAthmandú? Imagino que muy atareada y acompañada. Namasté lo digo. Ur Paloma DD
Felicidades por el artículo!
ResponderEliminarUn besazo desde Barcelona y animos con tan maravilloso trabajo!